Con la venia de la presidencia.

Si algo nos ha enseñado en repetidas ocasiones la historia de la humanidad es que las palabras importan, mueven, lastiman y convencen a quienes las escuchan hasta el punto de llevarlo a cometer actos inimaginables y crueles.

Para nadie es secreto que los episodios más atroces y vergonzosos que se encuentran en nuestro pasado universal han comenzado a través de los discursos de odio en mítines masivos donde los oyentes eran bombardeados por mensajes xenofóbicos de tal magnitud que fueron incapaces de comprender la catástrofe de violencia hacia la cual estaban siendo encaminados.

El dictamen que la comisión de justicia nos pone hoy a consideración contempla la adición de un nuevo tipo penal para sancionar hasta con cuatro años a aquella persona o grupo de personas que promuevan el odio racial partiendo de la superioridad de una raza sobre la otra.

Celebro que por fin estemos discutiendo este tema, porque, a decir verdad, nuestro país se había retrasado en el cumplimiento de las obligaciones internacionales apegadas al principio de igualdad que exige a los Estados adoptar medidas especiales para eliminar las condiciones que causan o propician la continuación de la discriminación.

La prohibición de la discriminación racial ha quedado consagrada desde hace décadas en todos los instrumentos internacionales básicos de derechos humanos.

Esos instrumentos imponen a los Estados obligaciones con el objetivo de erradicar la discriminación en las esferas pública y privada, entre ellas, el de sancionar cualquier doctrina que mantenga la diferenciación entre los seres humanos.

Las ideologías basadas en el odio violan los derechos más fundamentales y ponen en peligro las relaciones entre los pueblos, la cooperación entre las naciones, la paz y la seguridad internacional.

Decir que en nuestro país estamos exentos de la discriminación basada en el odio racial, es negarse a reconocer no solo nuestra realidad actual sino también parte de nuestra historia.

Para muestra de lo anterior, basta con recodar la matanza de chinos en Torreón ocurrida el 15 de mayo de 1911, donde la reproducción de estereotipos negativos y odio contra la población proveniente de China radica en esa ciudad, desato una ola de violencia tuvo como consecuencia el asesinato de 303 personas.

Ideas como las anteriores, llegaron incluso a estar plasmadas en leyes locales. Es el caso de Sonora, donde el congreso local de la época decretó leyes que prohibían el matrimonio entre mexicanas y chinos y también recluyó en zonas especiales a ciudadanos de ese origen.

Mediante la aprobación de este dictamen, hacemos más acorde nuestro marco jurídico con el artículo 1º constitucional que establece que en México todas las personas gozarán de los mismos derechos humanos reconocidos en la propia carta magna y en los tratados internacionales de los que el país sea parte.

La indiferencia y el silencio frente a la discriminación y los discursos de odio, pueden son complicidad y en el Partido Verde estamos comprometidos con la construcción de una sociedad empática, igualitaria y tolerante. Creemos en la libre expresión de ideas, pero con la firme convención que la tolerancia termina cuando se vulnera el derecho de alguien más.

Los actos discriminatorios, fundados en el origen racial de las personas, enferman no solo a sus víctimas sino a sociedades enteradas

Por esta razón, en mi grupo parlamentario votaremos a favor de la propuesta.

Muchas gracias. Es cuanto.