Con la venia de la presidencia;

Compañeras y compañeros legisladores, si algo debemos aprender de Benito Juárez es su capacidad de resiliencia y el nunca darse por vencido ante las diferencias y adversidades. A no rendirse aunque todo estuviera en su contra, y es algo que tenemos que reconocerle como un gran ejemplo de tenacidad.

Demostró esas características desde niño y supo aprovechar y atesorar todas las oportunidades que la vida le brindó. Gracias a ello pudo desempeñarse como regidor del ayuntamiento de Oaxaca, Ministro de Justicia, Gobernador de Oaxaca, Diputado, Presidente de la Suprema Corte de Justicia y Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

Fue leal a sus convicciones y estando en el exilio coincidió con otros mexicanos que pugnaban por la separación entre la Iglesia y el Estado, y la desaparición de los privilegios del clero y de los militares.

Promotor de las Leyes de Reforma que representan logros tan importantes de nuestro país como la nacionalización de los bienes eclesiásticos, el matrimonio y el Registro Civil. Y la no injerencia del clero en los hospitales y cementerios, así como la libertad de culto.

No traicionar nunca sus principios y el respeto al derecho ajeno le valió el ser reconocido como el Benemérito de la Américas.

Benito Juárez nació el 21 de marzo de 1806 y murió el 18 de julio de 1872, pero en México lo reconocemos a través de ciudades, teatros, escuelas, avenidas que llevan su nombre y que siempre nos recordarán el legado de Benito Juárez.

Es cuanto.